Vino, vio y triunfó.
Celda 211 entró en el panorama del cine español con modestia, lanzando su apuesta a la espera de observar qué podría pasar en un país acostumbrado a un cine español costumbrista, y a uno americano de acción, motines y suspense. Pero esta fórmula aunaba el primer factor de la primera ecuación, y el segundo de la segunda. Expectación.
Y, contra todo pronóstico, la película fue un éxito, un rompetaquillas que fue de boca en boca proclamando cómo su actor principal, Luis Tosar (Te doy mis ojos, Los lunes al sol) bordaba el papel de Malamadre, el líder de los presos que se amotinan en Celda 211.
El Goya al mejor actor principal fue para él; el de mejor actriz de reparto para su pareja en la vida real, Marta Etura; el Goya a mejor actor revelación para Alberto Ammann, su némesis en el filme; el de mejor director para Daniel Monzón. Y todos por el mismo metraje: Celda 211, que también se alzó con el premio a mejor película.
Celda 211 se rodó en la cárcel de Zamora, y muchos de sus figurantes fueron paisanos de esa ciudad, y también de Valladolid. Y si de ciudades hablamos, mención especial para Lugo, la tierra de Tosar, que dedicó una parte de su discurso de agradecimiento a darlo en gallego. No en vano de allí salió el acento y marcada forma de hablar que inspiraron a Malamadre.
Por último, una curiosidad: el merecidísimo Goya a mejor actor revelación que fue para Alberto Ammann, protagonista de la cinta, fue además inesperado. ¿Quién iba a pensar que se alzaría con esa distinción... un electricista?
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Hace 3 semanas
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